miércoles, 13 de octubre de 2010

EL PERONISMO

Orígenes del peronismo

Cambios políticos y sociales

En la etapa comprendida entre 1943 y 1946 –iniciada por el golpe militar del 4 de junio– se produjeron importantes cambios en la situación política y social de nuestro país. En esos años se fueron acentuando las diferencias ideológicas y los enfrentamientos dentro de las Fuerzas Armadas.
Durante la presidencia del general Farell se fue consolidando dentro del gobierno un sector nacionalista del Ejército, liderado por el coronel Juan Domingo Perón. Este sector planteaba la necesidad de un desarrollo industrial independiente y la plena incorporación de los trabajadores en el sistema político.
Perón representaba a una línea más flexible y de mayor apertura ante los problemas sociales. La nueva Secretaría de Trabajo y Previsión –creada por iniciativa del coronel Perón– produjo cambios fundamentales respecto de los gobiernos anteriores, tendientes a establecer una relación más fluida con el movimiento obrero. Para lograr tal objetivo se sancionaron una serie de reformas en la legislación laboral.

Las principales medidas fueron:

El Estatuto del Peón, que estableció un salario mínimo y procuró mejorar las condiciones de alimentación, vivienda y trabajo de los trabajadores rurales.
El establecimiento del seguro social y la jubilación que benefició a 2 millones de personas.
La creación de Tribunales de Trabajo, cuyas sentencias, en líneas generales, resultaron favorables a las demandas obreras.
La fijación de mejoras salariales y el establecimiento del aguinaldo para todos los trabajadores.
El reconocimiento de la asociaciones profesionales, con lo cual el sindicalismo obtuvo una mejora sustancial de su posición en el plano jurídico.
Las reformas continuaron en 1944. Estas reformas impulsadas por Perón trajeron como consecuencia un acercamiento político entre el Estado y el movimiento obrero. El apoyo a estos cambios provino de diferentes sectores del sindicalismo. Una gran parte de los viejos obreros –nucleados en los gremios conducidos por los sindicalistas revolucionarios y socialistas– y la casi totalidad de los nuevos obreros –sin una alineación política definida– se pronunciaron a favor de la nueva política social. Esto fue el inicio de la formación de un bloque social y político constituido por una gran parte de los trabajadores y sus organizaciones sindicales y un sector nacionalista del ejército.
Al mismo tiempo que se iba constituyendo esta alianza, también crecía el descontento y la oposición de los terratenientes y de los grandes empresarios a la política social de Perón.
Los sectores oligárquicos que se beneficiaban del modelo agrario exportador comenzaban a agrupar sus fuerzas para resistir la política de reformas sociales. También se convertiría en el germen de otro bloque social y político, que agrupó a los terratenientes, grandes empresarios y a los sectores medios.
Ante la profundización del enfrentamiento social entre las organizaciones obreras y empresariales, se aceleró el acercamiento político entre Perón y el sindicalismo. Además, Perón iba ganando coda vez más poder dentro del gobierno, llegando a ejercer simultáneamente la Secretaría de Trabajo, el Ministerio de Guerra y la Vicepresidencia.


Obras en el periodo peronista

La justicia social

La planificación económica del Estado procuró una mayor justicia social, a partir de mejorar las condiciones de vida de los trabajadores y alentar el desarrollo industrial reclamado por los empresarios. La política económica procuró una redistribución de la riqueza, ya que elevó el poder adquisitivo de los trabajadores, aumentando el nivel de empleo y los salarios.
La participación del sector asalariado (obrero-industrial) en la distribución del ingreso nacional creció entre 1944 y 1950, del 44,8% al 58%. Los salarios experimentaron un notable aumento, por lo que los trabajadores vieron crecer espectacularmente su nivel de vida. En 1944-1945, algunos sectores empresariales habían resistido a los aumentos de sueldo impuestos por Perón desde la Secretaría de Trabajo y Previsión, e incluso realizaron protestas en 1946. Pero a los pocos años advirtieron que esta nueva situación económica generaba un aumento en las ventas de sus productos y ampliaba el mercado interno.
Al mismo tiempo que se producían las transformaciones económicas, desde el Estado se impulsó una amplia legislación social que contribuyó al mejoramiento de las condiciones de vida del conjunto de los trabajadores. Así, se estableció el control estatal de los precios de los alquileres, se otorgaron nuevas viviendas a partir de planes populares de financiación, y se mejoraron las inversiones en salud y educación.

Industrialización, nacionalizaciones y política agraria

En la Argentina, a diferencia de los que ocurrió en algunos países europeos, no hubo una burguesía industrial poderosa, capaz de liderar un proceso de industrialización. Fue el Estado el responsable de producir la modificación de la estructura productiva, impulsando un rápido crecimiento industrial y nacionalizando importantes sectores de la economía. Entre 1946 y 1950 el Estado fue asumiendo un rol de empresario, haciéndose cargo de diversas tareas que anteriormente correspondían a iniciativas del sector privado. En 1946 se nacionalizaron el Banco Central y los depósitos bancarios, permitiéndole al Estado controlar la política financiera del país y orientarla –a través del otorgamiento de créditos– hacia una política de incentivo de la actividad industrial. En su primer año de gobierno, el peronismo creó el IAPI –Instituto Argentino para la Producción de Cambio–. Con este organismo el Estado pasó a controlar el manejo del comercio exterior. El IAPI era quien fijaba los precios de las exportaciones agrícolas, regulaba las importaciones y resguardaba la producción nacional. Con el funcionamiento de este organismo como agente de comercialización, el Estado obtuvo un importante caudal de recursos, que derivó en parte hacia la actividad industrial, y en parte hacia la inversión local. Esta transferencia de ingresos del sector agrario al industrial provocó una importante oposición de los sectores terratenientes y de las empresas privadas vinculadas al comercio exterior, como Bunge y Born y Dreyfus.
De este modo, protegida por esta política económica, la actividad industrial –particularmente las pequeñas y medianas empresas productoras de bienes de consumo– creció a un ritmo sostenido durante algunos años.





El papel de Evita

María Eva Duarte de Perón (1919-1952), política y actriz Argentina, segunda esposa de Juan Domingo Perón. Nacida en Los Toldos (Buenos Aires), inició su carrera artística a los 15 años de edad. Conoció a Perón en 1944, cuando era una conocida actriz de radionovelas, y se casó con él en 1945. Eva buscó apoyo para su marido durante la campaña presidencial, logrando con ello una gran popularidad personal. Tras la investidura presidencial de Juan Domingo Perón (1946), comenzó a desempeñar un papel muy activo en el gobierno, convirtiéndose en su enlace con los sindicatos, creando la Fundación de Ayuda Social Eva Perón y organizando la rama femenina del partido peronista. En 1949, 'Evita' (como se la llamaba cariñosamente) ya era la segunda figura más influyente de Argentina y la más querida por las clases trabajadoras, a las que llamaba los 'descamisados'. Aunque nunca llegó a ostentar un cargo oficial, en la práctica fue responsable de los ministerios de Sanidad y Trabajo. Adorada por sus seguidores, pertenecientes en su mayoría a las clases obreras, fue en cambio odiada por sus rivales, la elite tradicional, que se sintieron especialmente ofendidos cuando cortó las subvenciones gubernamentales a la Sociedad de Beneficencia. Trató de alcanzar la vicepresidencia en 1951, apoyada por la Confederación General del Trabajo (CGT) pero el Ejército la obligó a retirar su candidatura. Murió en Buenos Aires en 1952. El traslado de su cadáver a Italia y más tarde a Madrid (España) tras su secuestro por militares, hizo crecer su figura mítica dentro del pueblo argentino. En 1975, María Estela Martínez de Perón, la tercera esposa de Juan Domingo y entonces presidenta de Argentina, hizo trasladar los restos de Evita nuevamente a su país, pero este hecho fue ampliamente criticado por los sindicalistas peronistas al considerarlo una maniobra política.

El derrocamiento de Perón "Revolución Libertadora"

Además de la crítica situación económica, durante el segundo gobierno de Perón se acentuaron los problemas políticos. Los partidos políticos opositores centraron sus críticas en las medidas económicas y en la dureza con que Perón trataba a quienes disentían de la política oficial. La Iglesia, que en un principio mantuvo buenas relaciones con el gobierno de Perón, se fue distanciando de él y, hacia 1954, pasó decididamente a integrar el bloque social y político antiperonista.
A comienzos de 1955, la actividad conspirativa de los sectores liberales y nacionalistas católicos dentro de las Fuerzas Armadas se había incrementado y era cada vez más reducido el número de militares aliados de Perón. Estos grupos de oficiales contaron con el apoyo de amplios sectores políticos (radicales, conservadores y socialistas). Se produjeron levantamientos contra el gobierno en diversas bases militares que culminaron el 16 de junio, con un bombardeo en horas del mediodía a la Plaza de Mayo –como saldo del ataque quedaron cientos de civiles heridos y muertos–. El gobierno logró detener el intento de golpe de Estado, pero la tensión política no cesó.
A partir de estos hechos se inició la cuenta regresiva para el gobierno de Perón. El bloque antiperonista se había ampliado y consolidado. El único sector social que parecía decidido a sostener a Perón era la clase obrera. Luego de las jornadas de junio, la CGT convocó por radio –en varias oportunidades– a los trabajadores, para que acudieran a defender al gobierno. Una multitud de trabajadores se reunió en Plaza de Mayo –el 31 de agosto de 1955– para escuchar lo que fue el último discurso de Perón, en el cual remarcó la necesidad de defender las conquistas populares a cualquier precio.
El 16 de septiembre, un nuevo alzamiento militar –se autodenominó "Revolución Libertadora"– encabezado por los generales Eduardo Lonardi, Pedro E. Aramburu y el almirante Isaac Rojas destituyó a Perón y estableció un gobierno provisional encabezado por el general Lonardi.
En las décadas siguientes el peronismo será proscrito, iniciando de esta forma un largo período de gobiernos semidemocráticos y militares que durarían hasta 1973. Ese año y en elecciones libres el peronismo, por amplia mayoría, volvió a ser gobierno por tercera vez desde su nacimiento en 1945. En 1976, un nuevo golpe de Estado interrumpió la democracia e instauró una dictadura militar.